23 de octubre de 2010

UN TESORO ENTERRADO EN LA COSTA SUR

El Paraíso. Es éste el irónico nombre elegido para un proyecto de explotación minera en la Costa Sur de Guatemala. En Champerico, municipio en el que se asientan 15 de las 18 comunidades sobre las que actúa el programa Oxlajuj Tz'ikin, el Ministerio de Energía y Minas ya ha otorgado tres licencias para la exploración del suelo de las playas sin consultar a las comunidades, sin informar al Gobierno municipal y sin el aval del Ministerio de Medio Ambiente a una declaración de impacto ambiental. Al parecer, es la práctica habitual en un país donde a día de hoy están vigentes hasta 117 leyes de minería y ninguna de ellas fue consensuada con las comunidades, según informó la cadena de radio Emisoras Unidas a finales de septiembre. Una vez más, el pueblo se ha levantado.

Este 20 de octubre, una delegación conformada por 30 alcaldes comunitarios (en Champerico están asentadas 49 comunidades) y encabezada por el regidor municipal, Victoriano Ovaldo, se desplazó hasta Cabricán, en el departamento de Quetzaltenango. Allí, coincidiendo no de manera casual con el aniversario de la Revolución de 1944 que acabó con los 32 años de dictadura del general Jorge Ubico, se celebraba una consulta comunitaria de buena fe para conocer la opinión del pueblo sobre la minería de metales. Las transnacionales mineras buscan allí el oro y la plata de sus cerros, que será separado de la roca con ayuda de cianuro de sodio, dejando como recuerdo importantes daños al medio ambiente y a la salud a cambio de un puñado de quetzales.

Lo que buscan en Champerico es un tesoro enterrado bajo la arena de sus playas: el hierro. Según las estimaciones publicadas en la prensa citando a las propias empresas concesionarias de las tres licencias (Tikal Minerals, G4G y Iron Sands), se calcula que podrían obtenerse una media de 10 millones de toneladas de hierro anuales, concentrado a una profundidad de 10 metros. Y otro dato: el 12% de las reservas mundiales de este metal podrían encontrarse en suelo guatemalteco. El destino de este mineral es otra ironía: con los recursos naturales de un país sumido en el círculo de la pobreza se pretende avastecer el rápido desarrollo de Asia, en especial de China.

Derecho a voto desde los 6 años
Con la intención de promover una consulta comunitaria, todos los miembros de la delegación champericana se convirtieron en observadores en dos mesas electorales, donde fueron testigos de la alta participación registrada. A las dos de la tarde más de la mitad de la población había elegido ya su casilla, un alto porcentaje si se tiene en cuenta que también los niños, desde los seis años, tienen voz y voto. Cabe destacar además la unión de los distintos sectores en contra de la minería, contando la Comisión de Defensa de los Recursos Naturales con el apoyo del profesorado y de las Iglesias católica y evangélica, respaldo importante dado su poder de convocatoria e influencia. Pese a todo, la soga de la extrema pobreza y la alta tasa de desempleo ha podido más que la necesidad de resistir, y 63 de los votantes de Cabricán dijeron 'sí' a las intenciones de las transnacionales. Un 'no' rotundo lo obtuvieron tales intenciones en Santa Cruz del Quiché, donde más de 27.000 personas acudieron a las urnas para posicionarse sobre la minería. Nadie votó a favor.

Mientras, en Champerico, este viernes ha quedado constituída una comisión de nueve personas que trabajará para frenar el proyecto ya desde la exploración. Los alcaldes comunitarios saben que no podrán pelear contra la voluntad de quienes se rindan ante la promesa de puestos de trabajo, aunque esa promesa no especifique si los contratados serán ni siquiera guatemaltecos, según un folleto repartido por la ONG Ceiba con la intención de concienciar en contra de la minería.

Precisamente esta organización, integrada en el Programa por medio del componente de productividad básica (soberanía alimentaria y desarrollo de iniciativas productivas) la que impartirá una capacitación a los Cocodes (los miembros del Consejo Comunitario de Desarrollo) para que estos informen a sus comunidades sobre los pros y los contras de la minería de metales. Se trata de concienciar sobre la necesidad de ganarse el pan, pero no a cualquier precio; y recordar que de ese pan los pedazos se reparten entre las empresas, dejando para el pueblo las migajas.

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