2 de diciembre de 2010

CONSTRUYENDO UNA NUEVA ESCUELA RURAL

Se corre el telón y en escena aparece una escuela del rural donde el mismo profesor imparte clases en varios grados, donde los niños no entienden la lección porque no les es explicada en su lengua madre, donde los padres y madres no pueden brindar apoyo a sus hijos, ya que la escolaridad promedio de los progenitores en el área rural no pasa del primer grado.

Al fondo se ve un aula sin niñas porque las condiciones económicas de extrema pobreza las obligan a salir al campo a trabajar en la cosecha, y por la puerta principal sale un maestro rumbo a su otro trabajo. En su tiempo libre cobra a las personas que se suben en su triciclo para ir de un punto a otro del municipio porque el salario que cobra, entre 1.000 y 1.800 quetzales (100 y 180 euros), cubre a duras penas el trabajo de medio día y no alcanza hasta final de mes.

Es la historia de la Educación en las áreas rurales de Guatemala. Un estudio realizado por la Unesco en varios países de América Latina revela que únicamente República Dominicana presenta un panorama peor que el descrito.

Más datos. Más cifras frías. Las condiciones de pobreza son más pronunciadas en el rural, ya que del total de la población indígena (mayas, xinkas y garífunas) que en ellas vive el 80% se encuentra entre los estratos bajo y extremadamente bajo. La situación no cambiará mientras no se aprueben políticas para la compra de la tierra y programas de apoyo a la producción agrícola y campesina. El racismo que todavía late en el seno del Estado respecto a la población indígena hace que dos derechos básicos como son la Salud y la Educación estén muy lejos de ser una prioridad.

Un aula con sillas para todos
Así las cosas, dar un giro en el sistema educativo es el objetivo que pretende la organización guatemalteca Prodessa (Proyecto de Desarrollo Santiago) y el colectivo Educación para Todos y Todas al presentar la guía Construyendo una nueva escuela rural.

A partir de una exhaustiva investigación enriquecida mediante entrevistas con personas e instituciones que cuentan con experiencia en la materia, se ha redactado una propuesta que identifica las precariedades y las medidas a tomar para exigir una Educación con calidad que respete y se apropie de la cultura indígena. A continuación se señalan algunas necesidades.

- Tener en cada escuela el número apropiado de docentes y en condiciones laborales dignas. Igual de importante es que los docentes sean miembros de la propia comunidad para que conozcan su cultura, sus valores y la organización de la misma. Así mismo, deberá dominar el idioma materno de unos niños en su mayoría mayahablantes para evitar que se repitan situaciones como la vivida en la escuela de El Triunfo, donde los pequeños, monolingües en Ixil, recibían aulas de un profesor monolingüe en español. En segundo grado todavía no podían leer. En María del Mar, el mismo profesor atiende de 2° a 6° en la misma clase, donde pueden escucharse hasta tres lenguas mayas; el maestro no habla ni entiende ninguna.

- Contar con la infraestructura digna y con materiales educativos apropiados para todos los alumnos. El Ministerio de Educación de Guatemala destina una partida de siete libros para toda la escuela. Al abrigo del Programa Oxlajuj Tz'ikin y en el marco del proyecto de mejora de la calidad educativa, Prodessa ha entregado un libro a cada niño, siendo testigo del valor que éste tiene para los pequeños hasta el punto de que los alumnos de El Triunfo han vencido la barrera económica que impide a muchos padres comprar libros a sus hijos y se han hecho con el titulado 'Escapa por tu vida'. Un niño leía en alto en el aula durante el recreo; los demás escuchaban.

- Respetar y valorar la cultura y los ritmos de la comunidad, tomando en cuenta la lengua, las tradiciones y la actividad productiva del contexto a fin de garantizar la permanencia de la niñez en las aulas. Para ello es necesario también dedicar el tiempo necesario para el aprendizaje, con un calendario y un horario adecuados a los ritmos de esa comunidad. Para la elaboración de esta propuesta se ha cronometrado el tiempo que se destina realmente a las clases, restando el recreo, la refacción o las horas de limpieza. El resultado han sido entre 3 y 4 horas al día. Las eventuales tormentas y el tiempo de la siembra y la recogida de la cosecha reducen aún más el calendario escolar.

El derecho a tener derecho
La receta no parece compleja. Pero sí lo son los profundos cambios que tendrían que darse en el sistema para que la Educación dejase de ser una opción para colocarse como prioridad. Empezando por la regionalización sociolingüística y cultural de la administración educativa bajo dos criterios básicos: la lengua y el número de habitantes. A continuación se hace necesario adecuar los textos nacionales o regionales a ese contexto concreto, la reubicación de docentes tomando en cuenta su idioma, su procedencia y los años de experiencia.

El monitoreo de los resultados que se van obteniendo y el fomento de una escuela bilingüe que permita a los niños de 6° grado de primaria el dominio de su lengua propia y del español completarían un giro que debe afectar a todos los niveles, desde el Gobierno hasta lo que ocurre dentro del aula. Sin este giro, el derecho a la Educación se mantendrá como una meta difícil de alcanzar para la población indígena.

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